Deseo, amistad y preocupación por el otro. El eros de Platón es el deseo, la concupiscencia, la posesión. La filia de Aristóteles es la complicidad, el humor. Y el ágape es la compasión, la ternura por el otro. El eros puede que no se rompa, pero si se rompen la filia y el ágape (cuando tú estas mal, tu dolor me duele), se rompe la dimensión ética del amor.
Los solteros quieren pareja; los casados, soledad…se debería hablar del buen amor y del mal amor.
Un experto en el tema afirma que la primera condición de un buen amor es sentirse correspondido, es decir: que te quieran de acuerdo con lo que tú necesitas, sentirse retribuido en la medida de la reciprocidad, y eso no es negociable. La segunda condición es que tu autorrealización personal no se vea obstaculizada. En nuestra cultura se ha asociado el amor al sacrificio y al sufrimiento, pero ese sacrificio tiene límites. Si la pareja pide que abandone la carrera para cuidar de la familia, no sólo hay que dudar de su amor, sino tener en cuenta que la autorrealización es algo fundamental para el ser humano. Y la tercera condición sería la dignidad, que no violen los principios valores personales; Hay algunos principios que no son negociables. Y hay amores que no son democráticos.
El amor es una decisión política, estamos sindicalizados en el amor, juntos lo hacemos mejor. La mejor definición de amor la da Spinoza: “Me alegro de que existas”. Se trata de un individualismo responsable, lo que el Dalai Lama llama un egoísmo sabio: te quiero y me quiero. Es decir, uno nunca deja de pensar en uno miso o por lo menos es muy difícil y de hecho no debería hacerse. Siempre va a existir un cierto egoismo que se debe manejar si es que se quiere que la relacion funcione.
Hay que usar el gerundio: “Te estoy amando”. Eso significa que todos los días estoy construyendo la pareja y revisándola.
Quizá el mayor problema sea saber hasta cuándo y hasta dónde...
La primera pregunta esencial es saber si tu dignidad y tus valores se ven afectados. El segundo paso es comunicarte, poner claro qué necesitas. El tercer paso es ver si lo lleva a cabo o no. Pero hay otra pregunta esencial que uno se debe hacer y que aparentemente es políticamente incorrecta: “¿Me merece o no me merece?”.
¿Mejor ético que épico?
Dicen que en las relaciones de pareja siempre hay uno que domina. La dominancia debe ser alternada, uno domina en el terreno en el que entiende, hay una división de las tareas, pero no debe haber una imposición.
Los hombres suelen decir: “Mi señora me quiere dominar”. Un hombre maduro no pelea por su libertad sino que la ejerce en convivencia con el otro. Una buena relación requiere un individualismo responsable. Hay algunos estilos que perciben a la pareja como dictadora, pero en cambio no son capaces de dejarla, es el tipico caso de “ni contigo ni sin ti”, y su reacción inconsciente es el sabotaje: se olvidan de pagar las facturas de teléfono, llegan siempre tarde a la cita con ella…; esa es su manera de castigar al supuesto dictador, un movimiento de resistencia civil en el hogar. El hombre que piensa que las mujeres son mandonas, de la misma manera que las mujeres que dicen que todos los hombres son iguales, son presas de un pensamiento totalmente irracional.
Sin duda. El amor tiene que ser solidario y recíproco. Eso de dar y no esperar nada a cambio puede que a ratos funcione, pero sólo de a ratos; porque si uno es fiel, se espera fi delidad, y si se es cariñoso, esperás cariño. ¡Pero es duro aceptar y entender que la cultura del amor incondicional…no existe…!
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